El año de los grandes cambios

Por Salvador Di Stefano.  
El que apostó al dólar perdió. Los que compraron acciones, bonos en dólares y letras en pesos ganaron mucho dinero. La inflación en el 40% anual nos hizo perder poder adquisitivo. Las inversiones están en duda.

Culmina el año 2016, ya dejamos atrás el cepo, salimos del embargo y podemos colocar deuda en el exterior. Se eliminaron algunas retenciones, tenemos ley Pyme, los jubilados están cobrando los juicios pendientes, y estamos llevando adelante un blanqueo de capitales histórico que incorporará una gran masa de dinero a la economía del país, que le permitirá tener más inversión, incrementará los ingresos fiscales, y plancharía el precio del dólar por unos cuantos meses.

El gobierno recibió de herencia un déficit fiscal enorme, el mismo fue financiado bajo tres vías distintas. Emisión de dinero, endeudamiento en pesos y en dólares. La alternativa de bajar el gasto público no operó, sin embargo, los subsidios a la energía mutaron por gastos sociales, y eso le dio más gobernabilidad al país.

En materia monetaria, las reservas pasaron de U$S 25.000 a U$S 40.000 millones, una suba considerable que nos muestra las habilidades del presidente del Banco Central en conseguir financiamiento externo, engrosar las reservas y llevar tranquilidad en materia cambiaria. En diciembre de 2015 el dólar valía $ 13, y hoy cotiza a $ 16, lo que implica una variación del 23% anual, claramente el que apostó al dólar perdió.

El Banco Central tuvo que pagar altos intereses por su deuda en Lebac, que asciende a U$S 42.000 millones, de los cuales la mitad la tomó este año. El que apostó por estas letras ganó mucho dinero, su tasa se movió en un amplio rango entre el 38% y el 24,75% anual a 35 días de plazo. El que apostó al peso ganó.

El gobierno nacional pudo colocar deuda en los mercados mundiales y canceló una parte de la deuda irregular de Argentina, de los U$S 17.962 millones que estaban en litigio se levantó el embargo y se pagaron U$S 9.254 millones, quedaron en el limbo una deuda de U$S 8.708 millones que por el momento no se han presentado a cobrar.

Argentina recuperó el estatus crediticio, hoy su deuda pública asciende a U$S 244.762 millones, de los cuales U$S 134.713 millones corresponde a deudas entre agencias del estado, U$S 82.160 millones es deuda con privados, y U$S 27.899 millones con organismos bilaterales y multilaterales de crédito.

La deuda argentina exigible por terceros es de U$S 110.059 millones y representa solo el 23,7% del PBI. Argentina tiene margen para tomar deuda en el exterior por unos U$S 110.000 millones adicionales, y si lo desea tiene abierto un crédito en el FMI por U$S 25.000 millones a una tasa del 4% anual. Por razones políticas, daría la impresión que no se haría uso de dicha línea de crédito.

En conclusión, el problema argentino no es el stock de deuda pública, tampoco vemos inconveniente en incrementar el nivel de deuda, ya que partimos de niveles extremadamente bajos. La deuda de Brasil es 75% del PBI.

El problema argentino es el alto déficit fiscal, los ingresos en los últimos 12 meses suman U$S 132.533 millones, y los gastos U$S 156.010 millones, esto implica un déficit fiscal primario de U$S 23.476 millones. Si a esto le sumamos lo que pagamos de intereses, que rondan los U$S 11.714 millones, el déficit financiero es de U$S 35.190 millones, el equivalente al 66% de las reservas acumuladas en el Banco Central.

El gasto público es inflexible a la baja, ya que un 56% corresponde a gasto social, esto implica que para bajar el déficit habría que subir los ingresos. Como la economía argentina tiene una presión tributaria del 42% sobre el PBI, la única forma de subir los ingresos es vía inversión e incremento de la base imponible, en el mientras tanto la brecha debe ser cubierta por endeudamiento.

Lo mejor del año. El levantamiento del cepo, la baja de retenciones a trigo y maíz. La ley pyme. La vuelta a los mercados de crédito internacional. Endeudamiento en pesos a 10 años a tasa fija. El pago de las sentencias judiciales a jubilados. El blanqueo de capitales que podría ser superior a los U$S 60.000 millones. El incremento del gasto público social.

Lo peor del año. La suba de los gastos de estructura en las empresas y familias. Una inflación del 40% anual. El retraso cambiario. La suba del desempleo. La falta de inversiones concretas. La lentitud de la obra pública. Los incrementos de impuestos provinciales. La pérdida de poder adquisitivo.

Lo que más preocupa. La sociedad no está consustanciada con la posibilidad de un cambio. Durante el año 2016 los argentinos atesoraron más de U$S 10.000 millones, temen que puede haber problemas en el año 2017. Si todos temen y canjean pesos por dólares, la economía no reactiva. Es cierto que el gobierno no ha hecho todo bien, pero la sociedad y los empresarios tienen que invertir, guardando dólares no vamos a ningún lado.

Conclusión

Estamos en un gobierno de transición. El poder ejecutivo no tiene mayorías parlamentarias, por ende, no puede llevar adelante cambios estructurales. Todo es negociado, y en ese acto se pierde la esencia de muchos cambios. Las transiciones no son ni buenas ni malas, hay que pasarlas de la mejor forma posible, hasta que el gobierno consolide su liderazgo o lo ceda a otro actor de la política local. No pidamos cosas imposibles, tratemos de luchar para estar un poquito mejor. Las inversiones del año fueron las acciones, los bonos en dólares y la Lebac, el dólar billete, lo que más desea un inversor argentino, fue el gran ausente en el podio de los ganadores. Si el gobierno sigue haciendo lo mismo, por qué cambaría el podio. Que termines bien el año y feliz 2017.

Salvador Di Stefano. Asesor en Negocios, Económico y Financiero tanto de empresas de la ciudad y la región; como de individuos y empresas familiares ligadas al comercio, industria y campo. Publicado en www.salvadordistefano.com.ar

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