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Por Miguel Angel Santos Guerra. |
Un grupo de profesionales de la educación, amantes todos ellos de su trabajo y apasionados de la teorĆa y de la prĆ”ctica educativa, reflexionan en voz alta sobre la tarea de la escuela y sobre el cometido de educar. Es sabido que el lenguaje nos ayuda a entendernos, pero tambiĆ©n a confundirnos. Todos decimos que es necesaria una “buena escuela”. El problema es quĆ© entiende cada uno por “buena” y por “escuela”. Cuando unos padres dicen que quieren llevar a su hijo a un centro en el que no se mezcle con gente de baja ralea, en la que haya mucha exigencia, mucho control y en la que no estĆ©n juntos niƱos y niƱas, chocarĆan con el criterio de otros padres que eligiesen para sus hijos una de las escuelas que aparecen en esta pelĆcula.
La obra es un severo varapalo a la escuela tradicional, homogeneizadora, autoritaria, repetitiva, triste y rutinaria. Sobre todo porque muestra de forma palpable que existe, que es real, que no es una mera entelequia.
Algunos objetan que los niƱos que estudian en este tipo de escuelas van a tener problemas cuando se incorporen a una escuela de otro corte, con otra filosofĆa, con otros docentes. No lo creo. Porque estos alumnos y alumnas se estĆ”n formando para la complejidad, estĆ”n adquiriendo un bagaje cultural que les hace adaptarse con facilidad a otras realidades.
Quienes se manifiestan en la pelĆcula son personas que creen lo que dicen y que tratan de llevarlo a la prĆ”ctica. Muchos de sus postulados pedagógicos son compartidos por los legisladores, los teóricos y los maestros de a pie. Pero pocas veces se llevan a la prĆ”ctica. Esa es la gran aportación de la pelĆcula. No solo hacen una crĆtica dura y fundada a la escuela tradicional sino que llevan a la prĆ”ctica sus postulados en escuelas progresistas e innovadoras. No es solo teorĆa. Es la confirmación de que esas teorĆas son viables, de que funcionan cuando de verdad se cree en ellas.
La escuela tradicional contradice en su estructura y funcionamiento la mayorĆa de los presupuestos que defienden estos magnĆficos profesionales. He aquĆ algunos de ellos:
El hecho de aprender es apasionante. El ser humano estÔ hecho para aprender. Por eso, cuando rechaza el aprendizaje, hay que preguntarse qué es lo que no se estÔ planteando bien en la institución escolar.
El fin de la educación es la felicidad. Se puede disfrutar aprendiendo. Y el aprendizaje ha de perseguir la felicidad, no el sufrimiento o la dureza. Eso no quiere decir que la escuela no prepare para las dificultades de la vida. “Si no eres feliz, no estĆ”s educado”, se dice en la pelĆcula.
El aprendizaje ha de ser cooperativo. Ha de ser el fruto de las aportaciones de todos y de todas. Todo lo aprendemos entre todos.
Solo aprende el que quiere. Por eso resulta decisivo despertar el amor al conocimiento. No se impone el curriculum, sino que se construye y se desarrolla libremente.
Cada persona tiene su ritmo y su estilo de aprendizaje. No se acepta esa aprendizaje pretendidamente uniforme. Todos, todos a la vez, todos lo mismo, todos de la misma forma.
El amor estĆ” en la base del aprendizaje. Los alumnos aprenden al calor de los afectos. No se puede aprender nada significativo desde el desamor.
El curriculum ha de ser comprensivo. La fragmentación del curriculum es negativa para el aprendizaje, ya que la realidad es multifacĆ©tica y solo se puede comprender de forma holĆstica.
Hay que enseƱar a decidir libremente. Hay que hacer elecciones libres para aprender a decidir. Resulta obvio decir que a decidir se aprende decidiendo.
Es muy importante hacer y hacerse preguntas. Hacer preguntas, interrogarse, encadenar la admiración con la interrogación y la indagación: ese es el camino para el aprendizaje.
La capacidad de investigación es inherente al ser humano. Desde las primeras etapas, todas las personas tratan de explorar, de buscar, de descubrir el mundo.
La creatividad es un valor esencial. En una escuela cooperativa, libre, favorecedora del desarrollo integral del individuo, hay que cultivar la creación, no la mera repetición.
No hay educación sin valores. En la escuela se trabaja el conocimiento pero, sobre todo, se practica y se aprende la convivencia.
Desde el punto de vista tĆ©cnico, la pelĆcula va construyendo un tapiz de hilos, colores y texturas muy diversas. Veamos alguno de estos hilos: la historia de unos alumnos y alumnas que quieren leer un discurso muy crĆtico sobre la escuela y que se encuentran con la oposición de la dirección y de un sector del profesorado, el testimonio de un grupo de educadores y educadoras de diferentes paĆses (EspaƱa, Argentina, Uruguay, MĆ©xico, Chile Colombia, Alemania y Ecuador, que yo recuerde) en un total de noventa entrevistas. ImĆ”genes de escuelas y de alumnos que viven y trabajan en ellas de forma cooperativa. Treinta secuencias de animación y presentación de 45 experiencias de escuelas diversas, todas ellas asentadas en los ideales y principios de la escuela activa.
La pelĆcula, que arranca con unas sugerentes reflexiones sobre el mito de la caverna, estĆ” dedicada “a todos los niƱos y jóvenes que quieren ser libres”.
Como puntos y seguidos de ese interesante discurso actĆŗan citas bien elegidas de autores y pensadores relevantes: Maturana, Neill, Einstein, Montessori, Khrisnamurti… Sirva de ejemplo esta cita de MarĆa Montessori: “No me sigan a mĆ; sigan al niƱo”. O esta de Einstein: “”Si buscas resultados diferentes, no hagas siempre lo mismo”.
La pelĆcula es un espejo donde pueden mirarse todas las escuelas y poner en entredicho muchas de sus concepciones, de sus prĆ”cticas, de sus rutinas. Una buena ocasión para la reflexión y para el debate.
Publicado en http://blogs.opinionmalaga.com/eladarve/ el sƔbado 5 de enero de 2013.
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