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Por Salvador Di Stefano. |
Las cotizaciones de los bonos argentinos en el exterior muestran una suba significativa, y un valor muy distinto al local. Hay una burbuja y alta especulación por los títulos afuera, que no logran transmitirse en las cotizaciones locales. Por ejemplo, el Bonar 2024 vale en Argentina U$S 90,30, mientras que en el exterior se ubica muy cerca de los U$S 100. Casi inentendible, comprás en Argentina y vendés en el exterior con una ganancia de casi U$S 10, o lo que es lo mismo, te cuesta U$S 10 traer dinero del exterior a Argentina.
Esto se da en el marco de negociaciones, que se dicen, muy avanzadas con los bonistas en litigio en el exterior. Casi se pasó del amor al odio, y estarían a un paso de limar asperezas. La idea es pagar, bajo protesto, con un bono intransferible hoy, y pago final en el año 2015. Como sea, el gobierno necesita pagar, porque tiene sed de tomar deuda en el exterior, para recomponer su problema de iliquidez de dólares, que impactan en las reservas. Por otro lado, el país atraviesa un problema de solvencia, los ingresos no alcanzan a cubrir los gastos del Estado netos de intereses. Esto implica, que no tenemos, ni siquiera superávit primario.
Vivimos una Argentina dual. Por un lado, los bonos explotan a la suba, porque el país está cerca de salir de la cesación de pagos. Por el otro, el principal producto que exportamos, la soja, cayó en el mercado interno desde los U$S 330 a los U$S 290 dólares la tonelada. Una pérdida de U$S 40 sobre un total de 32 millones de toneladas de soja sin vender. Esto le genera al productor un efecto pobreza de U$S 1.280 millones. Para el Estado, el efecto pobreza es de U$S 70 por tonelada, esto implica que ingresarán unos U$S 2.240 millones de dólares menos al Banco Central, y unos U$S 800 millones menos en concepto de retenciones, lo que implica que al Estado se le evaporaron unos 6.400 millones de pesos.
Claramente, necesitaríamos una devaluación no menor al 20% para recuperar los ingresos perdidos. Esto implicaría un dólar oficial en niveles de 9,60. Si la brecha con el blue es del 50%, tendríamos un dólar blue cerca de los 15.
La coyuntura es muy dual. Por un lado, Argentina está a un paso de cerrar su triste historia con la deuda pública. Cerrar el juicio del siglo en Estados Unidos, sería poner un punto final a la historia de la deuda pública argentina, que en muchos casos viene heredada desde la década del 70.
Por otro lado, es necesario cerrar el juicio en Estados Unidos, para conseguir dinero fresco, y darle liquidez al mercado del dólar, y financiar la brecha entre ingresos y egresos que tiene el Estado.
Dos problemas muy serios, iliquidez y falta de solvencia. El primero se resuelve tomando créditos internacionales, en el segundo caso, un crédito disimularía el problema, pero no lo solucionaría, sería necesario un cambio estructural.
El gobierno no desea realizar cambios estructurales, no vemos al Estado bajando el gasto público en busca del tan ansiado superávit fiscal. Tampoco vemos a un gobierno capturando una lluvia de dólares del exterior. Menos aún, generando dólares genuinos, producto de la inversión extranjera o un saldo favorable de la balanza comercial.
En este contexto, los signos sobresalientes del segundo semestre serán, emisión, devaluación, endeudamiento, mayor presión tributaria y aceleración del gasto público.
En este escenario, es muy difícil que las empresas cotizantes logren tener superutilidades. Salvo el caso de algunas empresas exportadoras, como sería YPF, las empresas ligadas a servicios se ven complicadísimas. Sin ir más lejos, los bancos, con el tope de tasas para los créditos atraviesan un difícil escenario, en donde se han replanteado las metas del año, y en algunos casos estudian cierres de sucursales.
Los bonos han subido demasiado en el exterior, e internamente podrían tener un plus de suba adicional. Hay margen de suba, el Boden 2015 estuvo, está, y parecería, que seguirá estando, muy barato.
Lo signos del segundo semestre serán emisión de pesos (inflación) y devaluación del signo monetario. Hay muchos activos financieros y no financieros para protegerse de este escenario.
Los problemas políticos del vicepresidente ponen ruido en un escenario económico muy débil. El campeonato mundial de fútbol, le pone calor a un escenario complejo. La pelea con los bonistas en New York, esconden de la tapa de los diarios, el escenario tremendamente recesivo que se vive en la calle.
En resumen, el dólar vuelve a ser un buen refugio de valor. Por carácter transitivo, los bonos en dólares serán buenas opciones de inversión. Subir los stocks en las empresas es un acierto. Quedarse con la soja es una necedad. Sacar un crédito en pesos una excelente forma de tener un activo a precio muy bajo. Las acciones están a unos precios de gangas, pero podrían estar todavía mucho más barato.
Recordemos que en el año 2007 el índice Merval cotiza a U$S 744, en el año 2010 en los U$S 903, y en la actualidad en U$S 690. Las cotizaciones en pesos subieron, y en dólares descendieron. Los activos argentinos están infectados por el virus de la imprevisibilidad. Se gana hoy, se pierde mañana. Los títulos públicos te anclan la ganancia, al pagar una renta fija y cumplirse honrosamente con su amortización. Los plazos fijos en pesos, pierden en este escenario. Las propiedades en pozo, ganan en todas las canchas, son como Mascherano en la semi frente a Holanda.
Esto nos deja una gran enseñanza, cuando hay imprevisibilidad también hay buenos negocios, y ganancias financieras. Hay que entrar y salir, permanecer es atarse a la volatilidad y al riesgo de ver licuar lo ganado.
Argentina debe cerrar el capítulo de la deuda, dar más previsibilidad a los inversores y ganar el mundial. Por ahora, solo tenemos en claro, que pelearemos para ganar el mundial, el resto, es difícil, pero no imposible.
Salvador Di Stefano. Asesor en Negocios, Económico y Financiero tanto de empresas de la ciudad y la región; como de individuos y empresas familiares ligadas al comercio, industria y campo. Publicado en www.salvadordistefano.com.ar.
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