Hace un año, tras mucho peregrinar y tras haber realizado diversos oficios, encontrĂ³ su hobbie que tambiĂ©n le sirve para generar recursos econĂ³micos en su ciudad, Rufino.
La fabricaciĂ³n de camiones a escala surgiĂ³ con su primer nieto a quien se lo regalĂ³ para un cumpleaños. Desde ese momento recibiĂ³ muchas buenas crĂticas y se entusiasmĂ³ con la idea de seguir fabricando camioncitos de madera.
Decenas de horas le lleva cada unidad y cada vez le salen mejor. “Los primeros no eran muy lindos comparados con estos de ahora”, dijo entre risas el ex peĂ³n rural rufinense.
Grave accidente
Nelson hoy tiene 48 años y hace 15 se encontraba trabajando en un campo trepado a una antena de televisiĂ³n. La misma se desplomĂ³ con Ă©l y cayĂ³ pesadamente contra la superficie. Estuvo prĂ¡cticamente muerto pero se recuperĂ³ tiempo despuĂ©s. Las secuelas fueron la perdida de la movilidad y quedĂ³ postrado.
“Dios me dio otra posibilidad de vivir y pese a todo lo duro que significĂ³ en su momento, hoy me doy cuenta que fue un gran aprendizaje de vida lo que me pasĂ³”, dijo emocionado Coria, y agregĂ³ que “fue como nacer de nuevo, experimentar nuevas sensaciones y saber que mi destino estaba en una silla de ruedas”.
A los 33 años, Nelson era un hombre lleno de vida e inquieto. Supo de tareas rurales como ninguno ya que esa habĂa sido su actividad de siempre. Alimentar animales, subirse a cualquier maquinaria agrĂcola u otras actividades de campo era algo cotidiano. En definitiva el trabajo que hacen todos los peones rurales de la Pampa HĂºmeda.
Tras el accidente, el hombre debiĂ³ cambiar radicalmente su modo de vida y “urbanizar” mĂ¡s su existencia campera. Fue asĂ como en la ciudad de Rufino, a unos 100 kilĂ³metros al sur de Venado Tuerto y 270 de Rosario, puso un kiosco que Ă©l mismo atendĂa.
“En silla de ruedas e imposibilitado para desarrollar una vida normal, me las rebusquĂ© siempre. Pelaba pollos o, entre otras cosas, tambiĂ©n atendĂa el kiosco con la Ăºnica limitante: la silla de ruedas. Sin embargo logrĂ© entender que debĂa superarme porque ese serĂa mi destino hasta el dĂa que me muera”, relatĂ³ con un dejo de nostalgia pero con la convicciĂ³n de que en la vida “todo se puede lograr si hay fe”.
Hoy Coria es un fervoroso creyente y ve la vida de un modo distinto a antes del accidente rural. “Hoy veo que hacĂa cosas que hacĂa que eran muy tontas como correr picadas de autos o salir con amigos y todas esas cosas que uno hace de joven”, relatĂ³ con picardĂa, pero sin dejar de reconocer que el accidente le cambio la vida para siempre.
Cambio e ingreso extra
Desde el dĂa del accidente la vida de Nelson cambio para siempre y no es para menos. Pero tambiĂ©n hubo un punto de inflexiĂ³n en su vida y fue la de descubrir el hobbie por el arte o si se quiere la escultura: SĂ³lo que en su caso se tratĂ³ de camiones, aunque asegurĂ³: “Hago camiones, pero pronto voy a hacer camionetas u autos. Por suerte tengo muchos pedidos, y gracias a eso puedo entretenerme y tambiĂ©n ganar un dinero extra”.
JamĂ¡s pensĂ³ el ex peĂ³n rural que su destino serĂa el de ser un escultor, como tampoco en su momento se imaginĂ³ estar manejando celulares, crear una cuenta en una red social, o estar al frente de una computadora durante largas horas en el dĂa.
“Para mĂ la computadora era un objeto extraño. Yo me la pasaba en el campo haciendo todo tipo de actividades. Esas cuestiones no entraban en mi vida y no las entendĂa desde ningĂºn punto de vista, aparte de no interesarme en lo mĂ¡s mĂnimo. Hoy paso gran parte de los dĂas trabajando en la fabricaciĂ³n de camiones y tambiĂ©n en la computadora o con las redes sociales con la cual pude conocer un montĂ³n de personas”, relatĂ³.
Fuente: Carlos Barbarich / La Capital
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