Mía o de nadie: otro femicidio en la ciudad que parió el “Ni Una Menos”

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Mía o de nadie: otro femicidio en la ciudad que parió el “Ni Una Menos”

El miércoles 14 de febrero pasadas las 23, Walter Cejas ingresó en la casa donde Katherine Quinteros vivía con sus dos hijas mellizas y sin mediar palabra la atacó con un cuchillo frente a las pequeñas de dos años y su hermano de ocho. Le causó tres heridas: una el antebrazo izquierdo cerca del hombro, otra en la espalda y la tercera -la letal-, en el corazón. La chica de 18 años, resistió hasta la llegada de la ambulancia, para fallecer minutos más tarde camino al hospital. Había perdido más de cuatro litros de sangre. “Cati” como le decía su familia, murió porque no quería amar a Walter.

El femicida de Rufino se dio a la fuga. Corrió 150 metros por la tierra de calle Carlos Gardel y al llegar al terraplén que marca el fin de la ciudad, giró hacia la izquierda y encaró a la Ruta Nacional Nº 7. En el camino fue interceptado por uno de los cuatro hermanos varones de Katherine, quien se bajó de su moto y a fierrazos quiso reducirlo. Cejas volvió a sacar su cuchillo y lo atacó. Su captor se asustó, agarró la moto y volvió a donde estaba su hermana.

Walter caminó alrededor de cuatro kilómetros para llegar a una estación de servicio. Allí permaneció hasta que fue divisado por los empleados. En el mientras tanto, era buscado por policías, familiares y amigos de la víctima.
La casa donde mataron a Katherine

Un audio que comenzó a circular por Whatsapp en las últimas horas, describe el momento previo al que Cejas es detenido por la policía. Es un registro realizado con celular por un empleado de la estación de servicio ubicada en el cruce de las rutas 7 y 33. El playero se encontró con el femicida y lo llevó hasta abajo de una cámara de videovigilancia. Tanto el audio como el video del momento, fueron aceptados por la Fiscalía como prueba, validados e incorporados a la causa.

- ¿Qué querés que hagamos? Yo llamo a la policía si querés.

- Que Walter Cejas está acá…

- …Walter cejas está acá… ¿Te querés esconder por allá? Yo llamo a la policía y que vengan ellos… Si llegan a venir los otros ya veo que te quieren agarrar…

- La policía, si puede venir un segundo deciles

- ¿Querés quedarte un segundo sentado acá?

- Te voy a pedir un cigarro si tenés…

- No tengo, ahora compro y te convido uno.

- No se qué hacer… no eran para ella. Yo no quería hacer cagada

- No te preocupes loco –suspira hondo-, quédate ahí sentado que yo ahora llamo. Le digo que te entregas. Hacemos así.

- Yo dispare porque estaba asustado…

- Quedate ahí vieja, yo ahora te aviso. Ahora llamo a la policía y le digo que te entregas. ¿Tamo’? ¿Walter sos?

- Si

- Hacemos así bicho. Quédate ahí sentado. Yo ahora si consigo un cigarro te traigo. Yo voy a estar ahí. Los llamo de adentro. No te preocupes… ¿Se lo clavaste en el pecho decís?… Ahí viene la policía. Parate, levanta las manos y decí que no tenés nada…
Walter Cejas

La casa de Katherine está al lado de la de sus padres, el tucumano Francisco Quinteros y la entrerriana Mónica Ortiz, ambos de 43 años. Los separa un tejido de alambre. Él es albañil, ella empleada de limpieza y entre otras patronas, tiene a la tía de Chiara Páez. Ahora la mujer va a dejar todo para dedicarse a la crianza de Lucía y Valentina, las dos pequeñas.

El padre, recuerda que su hija era una chica normal, su “negrita”, totalmente abocada a sus hijas porque se había separado hace poco. Ellos, sus papás, la ayudaban económicamente para que esté en su casa criando a las mellizas.

“Nunca la encontrábamos enojada, siempre estaba haciendo bromas. Ahora iba a retomar sus estudios secundarios porque los había abandonado cuando quedó embarazada“, cuenta Quinteros. Inclusive este lunes tenían pensado ir en familia a que se anotara para ya cursar. Pero también “Cati” pensaba hacia adelante: tenía ganas de estudiar enfermería o peluquería.



La última charla la tuvo con la mamá. Habían conversado a la tarde. “Justo estábamos charlando. ¿Y quién escribió? Él. Le decía que la amaba y ella le dijo que no iba a volver”. Cati había salido después de mucho tiempo con los amigos. El lunes aprovechando el feriado, se fue al baile.

Francisco admite que va a extrañar las mañanas cuando su hija le pedía que le cebara mates. Remarca que tenía gran corazón y que siempre que podía daba una mano. “Sabía que la queríamos y la amábamos. Era nuestra reina”.

Ambos la disfrutaron todo lo que pudieron, sobre todo desde que dejó San Gregorio y se fue a vivir Rufino, el 20 de diciembre: “Queremos justicia. Queremos que se haga una marcha. Y que se sepa quién es el asesino”.

Antes de regresar a Rufino, la joven ya había pasado por situaciones de violencia de género: quemaduras de cigarrillo y de agua hirviendo en el cuerpo o golpes de puño. Su ex suegra le pegaba incluso. Cejas era una persona violenta, que además por su trabajo en el campo resultó un hábil manipulador de cuchillos.

Hasta hubo un confuso episodio donde el hoy detenido se enfrentó a su ex suegro, provocándole cortes con un cuchillo en el brazo izquierdo. Por esa razón, se dictó una medida judicial para que no pudiera acercarse a la casa de sus suegros o a la de su ex pareja.

Cejas nunca asimiló la ruptura con Katherine. El despecho y la bronca, se mezclaron peligrosamente con lo que él entendía que era amor. Un amor “mortal”. Pero nunca asimiló que Katherine no lo amaba. Fue directamente a matarla. Y no cabe otra teoría que pueda usar la defensa del asesino.



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El hecho reciente esta caratulado como homicidio doloso agravado, por haber existido una relación de convivencia y por ser en el ámbito de la violencia de género. Se rige por el artículo 80 del código penal, inciso 1 y 11. La pena que correspondería es la de prisión perpetua.

El fiscal que interviene, Horacio Puyrredón, secuestró entre otras cosas un teléfono celular, donde según la madre de la víctima, hay pruebas de que Cejas hostigaba y perseguía a su hija. Sin embargo, no existen denuncias sobre estos antecedentes en el Ministerio Público de la Acusación (MPA) local.

Hubo una audiencia imputativa el viernes por la mañana, pero el acusado manifestó encontrarse con una crisis nerviosa, por lo cual no declaró. Mientras tanto permanece aislado en una sala especial del Hospital Gutiérrez, donde se pudo determinar que no padece de demencia, ni otra incapacidad. No es inimputable. Es instruido y hasta el último día sabía lo que había hecho. Conocía la criminalidad del acto y entendía que lo que hizo está mal. Y que merece pena y castigo. Se espera que el lunes, sea debidamente juzgado.

No tiene antecedentes legales computables. Pero sí violó una prohibición de acercamiento y contacto con la víctima, una “perimetral” impuesta desde el 27 de diciembre por el Juzgado Civil que entiende en Familia. No podía tener a Katherine cerca físicamente, mandarle mensajes, chatearla o llamarla. Nada de nada.

Ahora el interrogante que surge a partir de este caso, todavía no tiene respuesta: ¿Quién es el responsable de controlar que una persona no se acerque a otra cuando existe una medida de este tipo? ¿Es posible un seguimiento digital al menos en la era tecnológica en la que vivimos? ¿Es necesario? Claramente es imposible que a una persona con una medida impuesta de estas características, la controle otra. De ser así, el Estado completo estaría trabajando para solo controlar.

Como dato, en la Fiscalía de Rufino se reciben diez llamadas semanales por amenazas simples. Se forman causas en la comisaría a los acusados y les imponen medidas perimetrales. Pero luego, corre por cuenta del Juzgado de Familia, determinar el plazo o los tiempos en que se deben cumplir esos regímenes.

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Chiara

Poco menos de tres años atrás, la ciudad donde ocurrió todo, al sur de Santa Fe, trascendía las fronteras. Era por Chiara Páez. Una chica de 14 años a la que su novio, Manuel Vallejos de 17, asesinó y enterró en el patio de su casa. En septiembre del 2017, la Justicia condenó al joven a 21 años de prisión por femicidio: homicidio agravado por el género.

Ahí se puede decir, nació el “Ni Una Menos”, con un fuerte llamado a la toma de conciencia por los crímenes cometidos contra las mujeres en todo el país. “Ahora fue Chiara. Antes fueron Ángeles, Lola, Melina, Wanda y tantas otras. Concentración en el Congreso. Miércoles 3/6. 17 hs. #NiUnaMenos“, decía por aquel entonces, la consigna en Twitter.

El 8 de marzo, vuelven a marchar: “Es tiempo de desobediencia al patriarcado. El 8 de marzo #NosotrasParamos y estamos preparando el paro en asambleas en todos lados #NiUnaMenos #VivasNosQueremos”.

La nena cumplía 14 años tres días antes de desaparecer. La autopsia confirmó que estaba embarazada de dos meses y que fue asesinada a golpes en la cabeza y la cara. Su cuerpo estaba en posición fetal. El agujero en la casa de San Martín al 800, estaba tapado con chatarra y ahí funcionaba un taller de herrería. Mientras el cuerpo era buscado, la familia del homicida se reunió y comió un asado, a pocos metros de Chiara. Como si nada hubiese pasado.



Su mamá, Verónica Camargo no puede evitar recordar los abrazos, que eran continuos. “Y que no quiero olvidarme. Chiara era más grandota que yo y tenía la costumbre de agarrarme de atrás todo el tiempo, desde chica”. De la nada, le salían de adentro los “mamá te quiero” o “mamá te amo“. Eso no se lo quiere olvidar. Sus sonrisas. Así como Katherine, también tenía un corazón gigante y era solidaria.

Cuando habla de Chiara, incluye a los dos, o sea la ve con su bebé. Dice que iba a ser la abuela más feliz del mundo. Su hija jugaba al hockey y ahí descubrió que le gustaba colaborar con chicos con discapacidad. Lo disfrutaba. También pintaba y lo hacía muy bien. Tenía un costado artístico del que poco se conoce. Cocinaba y la unía un fuerte lazo con su hermana, Romina, hoy de 20 años.

Las últimas charlas con su mamá, eran sobre continuar el embarazo y no abortar. Le demostraba su apoyo y no la retaba.

Hacía poco había dejado de ir al pediatra y nunca llegó a su primera cita con un ginecólogo. En su casa, le hicieron sentir que no estaba sola. Que entre las tres, mamá y su hermana, iban a criar al bebé. Que iba a poder seguir con sus actividades, pero con algunas limitaciones. Era agradecida siempre. Todo esto, fue una semana antes de fallecer.

El último día que se vieron se despidieron con un gran amor. Como si hubiesen sabido que algo iba a pasar. Fue más sentida. Chiara se iba a juntar con sus amigas. “Anda y disfruta con ellas. El lunes vamos al médico y ya después lo vamos a ir contando. Pasala lindo”.



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Verónica está en contacto con otras madres que pasaron por su misma situación. Actualmente armaron un grupo de Whatsapp. Está Adriana Belmonte, mamá de Lola Chomnalez; Jimena Aduriz, de Angeles Rawson; Gladys Steffani, de Majo Coni; y Karina Lopinto, la mamá de Daiana García. Hablan de lo que hace cada una para sobrellevar sus vidas.

“Yo por ejemplo nunca saqué nada de Chiara. Necesito verlo y tenerlo, pero sin tanta dependencia. Lo importante es lo que recuerdo e hice con ella. Igual, todas las cosas que hago las relaciono con ella. Hay mamás que nunca más pudieron entrar al cuarto de sus hijas”.

Verónica quiere que le gente se involucre. Que se comprometan y las situaciones de violencia no pasen desapercibidas. Pide que cambie la Justicia. Que se protejan a las víctimas.

Sintió dolor cuando se enteró de Katherine, más allá de la relación que haya tenido la chica con los padres, que desconoce. “Después hay que aguantar los comentarios, que duelen. Hay que ponerse en el lugar de esos papas. Colaborar y estar en lo que sea necesario. Que se visibilice que estamos en contra de la violencia de género. Cuesta, duele. Y no se lo deseo a nadie“.

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CARTELES HECHOS POR CHIARA (1)
Querida mami, hoy parece ayer cuando vos me enseñabas a caminar, gracias por la vida que me diste.  Aunque no me dejes ir a la matiné ni nada, te quiero mucho, porque sin vos yo no estaría aquí. Te amo, te adoro, sos todo para mí. Perdón por portarme mal, vos a veces también sos así pero sos requete buena. Cuando sea grande desearía ser como vos, sos re buena madre re trabajadora
(Chiara Paez, carta a su mamá, 12.09.12)
Para siempre juntos, dicen que el para siempre, siempre termina pero hagamos que éste para siempre sea eterno” (Facebook de Chiara Paez, 12 de octubre del 2014)
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Rufino carece de movimientos que militen por y para el feminismo. Es más: actualmente se puede decir que hay una sola referente, que incluso es la única autoridad femenina en el ámbito local. Se trata de la concejal Maria Ana Menghini. Tiene 37 y una hija de 11, Ámbar. Y desde hace 12, incursiona en política.
Cree que Rufino es una sociedad machista y que siempre fue conservadora. Y que en estos tiempos que corren la violencia recrudeció. La localidad tiene un índice alto y llamativo de denuncias por violencia de género o “doméstica” como se le llama vulgarmente.
Desde su espacio político, tratan de hacer tareas de prevención, apuntando a los adolescentes a los que les parece natural que un novio le saque a su pareja el celular de forma violenta, sin pedírselo. Tienen entre 14 y 16 años. Para los chicos, esa era una prueba de confianza.
Eso demuestra una falta de límites en el respeto a la personalidad de cada uno y hasta donde es la intimidad de cada persona y el derecho a su privacidad. Los chicos no tienen en claro sus límites. Ahí empiezan esas pequeñas muestras de violencia“.
Para Menghini, hay una pata que en Rufino no termina de dar el ejemplo y es la Justicia. El caso de Chiara, se puede decir que está impune. Se sabe quién es el asesino, es confeso, pero por el hecho de ser menor no cumplió una pena. Por eso se espera la resolución de su situación.
El machismo en Rufino está a flor de piel. Incluso la legisladora impulsó ordenanzas vinculadas a la cuestión de género en su ciudad, porque no había. Se legisló sobre visualizar al maltratador, hubo un pedido de informe por los datos extra oficiales de violencia de género, impulsaron la posibilidad de que la comisaria de la mujer tuviese más personal para atender las distintas dificultades y además se creó el Consejo de Género. Ninguna de todas las iniciativas, prosperó.
Menghini insiste en profundizar en los talleres con jóvenes. No está tranquila con la idea de que los chicos tengan internalizado la violencia como algo normal: “No está bien ser violento, verbal, física o psicológicamente. Pero también, hace falta educar a los hombres. Si no hay cambio las generaciones futuras van a ser de varones con sentido de pertenencia hacia las mujeres”.
Katherine
Katherine
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El 2017 fue el año con más femicidios en la provincia de Santa Fe de la última década. Fueron 38 casos. Del total, 32 fueron cometidos por personas del círculo íntimo de la víctima y 10 de los asesinatos de mujeres se dieron en la capital provincial. 22 de las mujeres asesinadas no superaban los 34 años de edad.
Los datos surgen del revelamiento que lleva adelante el equipo de violencia de género que lidera la concejala rosarina Norma López.
En el 2016 fueron 36 los femicidios, 31 en el 2015 y 10 en el 2014. Al momento existen 3 casos no resueltos y por eso no están contabilizados.
De los casos registrados en 2017, 10 fueron en la capital provincial. Asimismo hubo 16 en el departamento Rosario; tres en el departamento Castellanos, dos en el departamento Belgrano al igual que el departamento San Martín; y un caso de femicidio se dio en cada uno de los departamentos de San Lorenzo, San Jerónimo, San Cristóbal, General López y Garay.
Otro dato que llama la atención en el relevamiento es que en diciembre se cometieron 7 femicidios; en octubre 6; en enero 4 y en abril otros 5, estableciendo los meses con mayores índices de violencia contra las mujeres. Por otra parte, de los 38 casos, 32 femicidios fueron del círculo íntimo de la víctima; 11 de su pareja, 6 de su expareja, 7 de un pariente, 8 de un conocido, 3 de un desconocido y 3 sin datos.
A mediados de diciembre, la Subsecretaría de Políticas de Género divulgó datos del primer Informe del Registro Único de Situaciones de Violencias hacia las Mujeres (Ruvim). Las cifras oficiales indican que en mayo, junio, julio y agosto, se contabilizaron 3.692 casos de violencia de género, un alto porcentaje son mujeres de entre 30 y 49 años. La mayoría de las agresiones es realizada por exparejas y ocurre en horarios nocturnos y de madrugada.
En cuatro meses, de este total, 2.448 casos -el 66,31 por ciento- son denuncias policiales, otros 973 -un 26,35 por ciento- por consulta o atención médica, 153 casos -4,14 por ciento- por asesoramiento y orientación, 67 -1,81 por ciento- por denuncia judicial y los casos no especificados son 51 -1,38 por ciento-.
De los casos cuantificados, hay 629 casos sin edad específica. Hasta 14 años hay 280 casos; entre 15 y 18 años, 231; entre 19 y 29 años, 991; entre 30 y 49 años 1.244 casos y de 50 para adelante, 317.
La mayoría de los agresores son exparejas, un 50 por ciento. Le siguen los novios o parejas que son 227 casos, un 29 por ciento; otros familiares, un 11 por ciento y agrupados en “otros” hay 67 casos. Además se estableció que las agresiones tienen lugar en su mayoría durante la noche o la madrugada con 256 situaciones, a la tarde con 164 casos y de mañana con 113 casos.
A dónde pedir ayuda y denunciar: 0800 444 0420. Teléfono Verde de violencia familiar, las 24 horas. O llamar al #144 o al #911.

Nota de Pablo Rodríguez/ Transmedia Venado Tuerto

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